Una piedrecita en el desierto es una reina entre la arena;
no porque sea la mejor, sino, por ser la única. ¿Seré arenilla o piedra? Soy
cactus.
-
¿Agua?
-
Sí, por favor.
-
Solo un poco, las demás necesitan más.
-
¿Demás?, si… no hay más
Hace 24 años que vivo en este ambiente seco y caliente. 10 años atrás, no
era así. Había siempre una capita suave y caliente, que me protegía de los
rayos UV, que me abrigaba en las noches heladas. Y no estaba sola, claro que
no. Tenía amigos, muchos amigos, aquí cerquita, no necesitaba buses, ni taxis
para visitarlos.
Recuerdo que juntas, “aplanábamos las calles”, como decían los mayores, y
alegrábamos los días con nuestras carcajadas y tiernas miradas. Esos días…
inocentes, tontos, esos días… felices.
Se dice de nuestra especie que cuando somos madres nos convertimos en autofotosintéticas
y suculentas; y nuestras hojas, en espinas. No entiendo, entonces, porque, las
espinas empiezan a brotan tan pronto. ¿Será necesario tanto dolor? ¿Solo así
aprenderemos los retos de la vida?
Mis hojas absorben mucha humedad, pero necesito lluvia, mucha lluvia,
pues la sequía es larga. Una caricia de vez en cuando, un te quiero, un te extraño, mira… solo me conformo con un hola.
¿Días especiales? Todos son
iguales… con la diferencia que unos son
más duros que otros. “Tienes vida y te quejas”, escucho por allí. No
quiero sobrevivir, quiero vivir.
-Espera, espera, quién anda por allí…
-Responda por favor, ¿quién es?...
Ayer sentí un inmenso dolor, una de mis raíces está
creciendo, claro que no tienen mucha profundidad, pero me dicen que, crecerán
largas… muy largas… así tendré capacidad de absorber más minerales y agua.
Aún puedo vivir y vivir bien. No importa si mi vecino no lo
hace, yo lo haré. No importa si no hay recursos, los buscaré, no importa si
estoy sola, los buscaré, no importa si el planeta subyace, sobreviviré, y lo
haré bien.
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