miércoles, 18 de enero de 2012

¡QUIERO VIVIR!


“¡Qué hermoso!, tiene una carita de ángel”, dijo. Pero cuando este angelito se paró y apenas empezó a andar, la señora cogió su bolso y continuó su camino.
Eras pequeñita, no te movías mucho, tus llaguitas apenas  cubiertas con tintura canina, ocultaban aquel mal en proceso.

Con tu tierna carita cambiaste unos cruentos requintos por un: “Te llamarás Cafetalito”. Desde ese momento supe que una nueva vida era parte de la nuestra. No pensábamos en la comida, ni en el dinero, solo en  unas vacunas antisárnicas y algunos cuidados.
Pronto, la luz haría ver lo contrario…
“¡Un doctor!, ¡un doctor!”. “Debe ser consecuencia de la Distemper o un mal neurológico, lo han golpeado mucho…”. Con el diagnóstico en la cabeza, el corazón en la garganta, y las manos sujetando tu frágil cuerpecito, rumbo a casa nos dirigimos.
Con la colita volteada, unas orejas y ojos grandes, las  patitas que no cesaban de temblar, un hambre voraz, y voluntad de hierro, continuaba, día a día su camino…pues el creído machito resultó ser una hembrita.
Caminabas y caías … solo parabas echadita, la comida era tu festín, toda te manchabas. Yo sufría, tú disfrutabas. Cada vez que hablábamos de muerte, solías caminar hasta nuestros piecitos y acostar tu lastimado cachetito. Para colmo de males, la dueña y señora de la casa, tu carita mordió y una grave herida te dejó. Desesperados, otra vez, al doctor. La economía no era buena, pero era tu vida, merecías una oportunidad.
Otra vez la muerte, ¡eutanasia!, otra vez sobre las piernas. Ahora muerdes, y gruñes al sentir que acechan tu comida.
Milagro maravilloso es el ejercicio físico. Tres meses se agotaron en una carrera de cinco minutos, pues luego tres minutos caminaste con completa normalidad. La alegría fue inmensa, el gozo más: la esperanza consumida empezó a surgir.
La promesa de mejora no está lejos, la felicidad está en cada acción, en cada reacción, en cada logro. Una vez más el amor se dará en la persistencia, tu, mi pequeño tesoro volverás a caminar y correr sin tics nerviosos.

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